Al amparo de un caserón con más de cien años, decidimos establecer una relación arquitectónica con el terreno, en la cual, supeditados a sus peculiaridades orográficas fuimos acoplando el conjunto de instalaciones que lo conforman.
El esfuerzo por integrar, sin barreras ni volúmenes estructurales en el paisaje, toda esta actuación, ha sido la prioridad sobre la cual se desarrollo el proyecto. Una implicación casi mimética con el espacio ocupado.
Una placita de toros propicia a pie de ruedo la elevación de una modesta capilla, cargando de simbolismos el acontecer de las arenas que preside. Allí, y con motivo del toro y cuanto de él dimane, gravitará la sustancia y la gracia de nuestros eventos. Pues es al amparo de su presencia donde formulamos nuestra propuesta lúdica.
Las vaquillas, para diversión y regocijo de espontáneos y espectadores, son argumento básico en el desarrollo de nuestras fiestas. Pero, evidentemente, esta puesta en escena cuenta además con un esmerado servicio, en el cual, la calidad de los productos que conforman la oferta de menús, define el esmero de este establecimiento; dotado, como no, de espacios y ambientes para reuniones, copas y relax.
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